lunes, 17 de septiembre de 2018

Artistas (los mamadores de gallo)


Cuenta Dasso Saldívar en El viaje a la semilla que García Márquez no se convierte en García Márquez hasta que descubre con sus amigos de Barranquilla que la literatura, la clásica y canónica, la que está encerrada en las bibliotecas y universidades, no es un simple compendio de obras que pueden disfrutar en soledad los intelectuales. La literatura se puede vivir y sentir, no es algo serio ni reservado para unos pocos capaces de "comprenderla", la literatura nos toca (o nos puede tocar) y nos contagia una enfermedad incurable.

Vivir y sentir la literatura como lo hacían los integrantes de El Grupo de Barranquilla (al que pertenecía García Márquez) no tiene nada que ver con cómo se vive y se siente la literatura en las clases de secundaria. La literatura para los denominados “mamadores de gallo” (los de Barranquilla) es una fiesta, se disfruta hablando de libros, desmontando relatos, comparando historias (de Sófocles a Faulkner, pasando por Kafka y Borges). 

Procedencia de la imagen
Entiendo que los que tenemos la enorme fortuna de hablar de literatura con jóvenes sentimos devoción por los libros: los compramos y coleccionamos (¡cuánto dinero tendremos en libros!), los devoramos (¡cuántas historias nos habrán atrapado y robándonos horas de sueño!), los prestamos y los compartimos (¡cuántos libros no nos habrán devuelto y cuántos nos habremos quedado!) Entiendo que los que intentamos enseñar literatura (¿se puede enseñar?) a los jóvenes transmitimos esta pasión en nuestras clases (otra cosa es que consigamos contagiar a los jóvenes). Sé por experiencia que no siempre lo conseguimos, es más, conseguirlo casi es la excepción.

Entre los factores que provocan que no consigamos contagiar esta pasión está el enfoque o el método que usamos. Existen muchos más factores (sociales, culturales, tecnológicos…), pero este se me antoja vital ya que es en el que el docente, ese amante de la literatura, puede intervenir.

Las últimas semanas Rodrigo Juan García ha dedicado en Escuelas en red dos entradas al proyecto “Poemas Fuertes” de mi compañero (y a pesar de ello amigo, como diría el poeta Peña) Nacho Gallardo, en el que hemos colaborado Víctor Peña (el poeta) y un servidor. Mejor que leáis las dos entradas de Rodrigo que explica a la perfección el sentido y el sentir del proyecto ("Poemas Fuertes", "Los versos de Gloria"). Tras leerlas solo queda que hagáis caso a Nacho y aceptéis su invitación de probar este tipo de proyectos.

Tal vez si dejamos que nuestros jóvenes se acerquen a la literatura de la manera que en “Poemas Fuertes” se hace, los convirtamos en auténticos poetas, narradores, fabulistas, dramaturgos, artistas e incluso en amantes de la literatura. Al menos tenemos que darles esa oportunidad.

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